Sábado, Noviembre 23, 2024

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“Creced y multiplicaos”

pesqueraAparte de Palestina y Puerto Rico, no sé de ningún otro país que tenga más habitantes viviendo fuera de su territorio nacional que dentro del mismo.

Hay 9.7 millones de palestinos en el mundo, de los cuales solo 3.7 millones viven en territorios ocupados y los restantes 6 millones viven fuera. Habemos 8.1 millones de puertorriqueños, de los cuales 4.6 millones viven fuera del territorio nacional. Ambas naciones tienen un denominador común: por siglos han sido víctimas del imperialismo.

Uno de los candidatos a la gobernación en las próximas elecciones propuso como alternativa a la pérdida de población que los jóvenes se multiplicaran, que tuvieran muchos hijos para repoblar al país. Solución simplista e improvisada a un problema complejo y serio. El que se va de su País, sea palestino, boricua, haitiano o dominicano, es porque las condiciones sociales, económicas, de seguridad y calidad de vida no le satisfacen. Entonces, para repoblar el país, no es cuestión de parir más hijos de los que cada uno pueda atender responsablemente, sino de luchar para cambiar las condiciones sociales y políticas que empujan al ciudadano o ciudadana a la emigración. A los jóvenes hay que instarlos a luchar por mejorar la educación, los servicios de salud, el desempleo, la criminalidad y la desigualdad social y política que sufre Puerto Rico.

La emigración ha sido un rasgo constante desde la invasión de Estados Unidos a Puerto Rico en el 1898. Durante las primeras décadas del siglo pasado, la estampida fue hacia Hawai, a donde se dirigieron miles de boricuas a trabajar en la agricultura, principalmente en la caña. En los años 40, 50 y 60 se desató otra ola de emigración masiva, esta vez hacia Estados Unidos, debido principalmente al disloque causado por la llamada industrialización del país, que trajo consigo el abandono de la agricultura puertorriqueña como actividad económica de importancia.

Entre el 2000 y el 2010, más de 500,000 boricuas abandonaron el país, mientras durante ese mismo periodo 200,000 puertorriqueños regresaron del exilio. La mayoría de los que se van son personas en edad productiva y reproductiva en busca de oportunidades de trabajo y mejor calidad de vida. Los que regresan son mayormente mayores de 65 años, jubilados que ya no están en edad de procrear. De otra parte, en nuestras calles mueren 3 o 4 jóvenes todos los días. Es así como ha ido envejeciendo la población residente en la Isla.

Cuando analizamos el censo de 2010 y observamos que la Tasa de Natalidad en la Isla ha bajado de 15.5 en el 2000 a 11.3 en el 2011, no debemos subestimar el efecto de la emigración en esa estadística. La tasa de natalidad es el promedio anual de nacimientos por cada 1,000 habitantes. La misma depende tanto del nivel de fertilidad como de la estructura por edades de la población. En una población donde los jóvenes se van y regresan los envejecientes, como es el caso nuestro, naturalmente la tasa de natalidad va a descender. No porque los jóvenes no estén teniendo hijos y multiplicándose, sino porque los van a tener y criar en el extranjero. Sería interesante tener disponible la tasa de natalidad de los 4.6 millones de boricuas residentes en Estados Unidos. Seguramente duplicaría la de la Isla.

Una mejor calidad de vida, trabajo digno, educación y servicios de salud para todos y todas es la única forma de que se controle la fuga de manos diestras y de cerebros, así como la pérdida de talento y juventud que esto conlleva.

El candidato a la gobernación Rogelio Figueroa, con su propuesta de “creced y multiplicaos” ha logrado llamar la atención y acaparar titulares. Sin embargo, su idea surge de un análisis simplón y poco pensado de los factores que han causado la baja en la tasa de natalidad y nivel de fertilidad en Puerto Rico. No es tener más hijos para repoblar el país lo que necesitamos. Se requiere la acción concertada de todos y todas para organizar las comunidades en la agenda compartida de luchar para transformar nuestra sociedad en una en la que los jóvenes encuentren las condiciones necesarias que le permitan estudiar, trabajar y fundar un hogar seguro donde criar a sus hijos e hijas. Con ese objetivo como norte debemos unirnos todos y todas.


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