Sábado, Noviembre 23, 2024

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Octubre: mes de la leche fresca

lechePuerto Rico es el país donde más ganado vacuno per cápita hay en el mundo. La producción de leche es el único renglón alimentario en que somos autosuficientes.

De hecho, producimos más leche de la que necesitamos, por lo que con los excedentes podemos elaborar quesos, mantequilla, yogur y otros derivados de la leche.

Curiosamente, hemos sido testigos de una sospechosa intervención del gobierno federal en esa industria nativa, lo que ha hecho tambalear su estabilidad. Desde el Tribunal Federal en Puerto Rico y a través del juez Daniel R. Domínguez, el imperialismo ha estado creando las condiciones objetivas para desplazar la leche fresca como favorita de la mesa puertorriqueña y facilitar la entrada y mercadeo en el país de la leche UHT o “leche de cajita”, a precios muy competitivos.

La llegada de leche fresca a la mesa del consumidor es una cadena compuesta por productores (ganaderos), procesadores/distribuidores (Suiza Dairy y Tres Monjitas) y vendedores. Los menos jóvenes recordarán cómo hace unos años el lechero se la llevaba a las puertas de sus casas todas las mañanas. Los componentes de dicha cadena siempre han estado en guerra para lograr la mayor participación en el precio que paga el consumidor por cuartillo de leche.

Los ganaderos alegan que están a punto de irse a la quiebra. Los elaboradores/distribuidores, controlados por el Grupo Gloria, una oligarquía extranjera multinacional, mueven sus tentáculos para obtener una mayor tajada del bizcocho. Mientras, los vendedores (colmados, supermercados y panaderías) sostienen que lo que ganan de la venta de leche no les da ni para cubrir los costos en que incurren para almacenar el producto en sus establecimientos.

El pasado mes de abril, trabajadores de la empresa procesadora y distribuidora de leche Suiza Dairy, subsidiaria de la empresa peruana Grupo Gloria, decretaron una huelga. La decisión de los trabajadores, representados por la Central General de Trabajadores (CGT), surgió ante la negativa del comité negociador de la compañía de garantizar su seguridad de empleo en la mesa de negociación y ocultar información sobre cambios que afectarían sus condiciones de trabajo y ponían en peligro sus empleos.

La Suiza Dairy controla el 75% del procesamiento y distribución de la leche en Puerto Rico, frente a su competidora Tres Monjitas. La empresa suple leche fresca a supermercados, colmados y escuelas alrededor de toda la Isla con una flota de aproximadamente 100 camiones. El Grupo Gloria, además de la Suiza Dairy, controla también en Puerto Rico la compañía Garrido & Compañía, Pil Andina en Bolivia, Lechera Andina en Ecuador, Algarra en Colombia y Compañía Regional de Lácteos en Argentina.

El Tribunal Federal en Puerto Rico ha optado por intervenir para favorecer la oligarquía multinacional de procesamiento y distribución de leche, en detrimento de los productores locales. En noviembre de 2007 el Tribunal de Estados Unidos decretó un aumento de 19 centavos por litro; en julio de 2008 otro aumento de 8 centavos y en enero de 2011 un nuevo aumento de 11 centavos por litro de leche. El efecto cascada de otro aumento en el precio de la leche fresca para beneficio exclusivo del procesador, sería una estocada para la industria ganadera local y para el consumidor.

De aumentar aún más la diferencia en precio entre la lecha fresca y la importada “de cajita”, como propone el juez Domínguez, se anticipa un colapso en la venta de leche fresca. La gente, por comprensibles razones económicas, la dejaría de comprar. Al ocurrir esto, los elaboradores/distribuidores tendrían justificación para aumentar la importación de leche extranjera y dedicarse a distribuirla. Esto causará el desplome de la ganadería y el desempleo subsiguiente. Para el Grupo Gloria sería un negocio más rentable dedicarse a la importación y distribución de leche de cajita (UHT), dejar a un lado la elaboración de leche fresca y despedir trabajadores. La leche fresca estaría accesible sólo para los que puedan pagar precios exorbitantes, fuera del alcance del ciudadano común. Hawai pasó por un proceso similar y la leche fresca se vende a sobre diez dólares el galón.

El expresidente del sector lechero en Puerto Rico, Luis Cordero, destacó durante su incumbencia que, según el Laboratorio Nacional de Nutrición de los Estados Unidos, la leche UHT pierde nutrientes como el ácido fólico y las vitaminas B-6 y B-12 y se desnaturaliza la proteína debido a las altas temperaturas a las que es expuesta en su proceso de manufactura. Lo que queda después de ese proceso es leche inerte, con muy poco o ningún valor nutritivo.

"El Departamento de la Familia y los Programas WIC deberían prohibir el uso de leche UHT, sobre todo la de baja calidad, como lo ha hecho el estado de California en los Estados Unidos. Todo esto, por la pérdida de su valor nutritivo" destacó el empresario.

En mi opinión, siendo la leche fresca un producto de primera necesidad en manos de un virtual monopolio extranjero, el procesamiento y distribución de leche debe ser nacionalizado. Estando secuestrada nuestra economía por el gobierno federal, con la perversa intención de defender los intereses de los dueños del capital, esta idea de nacionalizar no llegaría ni a primera base. Pero no por eso debemos dejar de señalar el daño que le causa al empresario nacional, al pequeño comerciante y al consumidor la intervención malsana del gobierno federal en los asuntos que nos afectan. Tal fue el caso de las farmacias de comunidad y las grandes cadenas estadounidenses, a las que ese mismo tribunal extranjero las eximió de cumplir con la regulación de Certificados de Necesidad y Conveniencia (CNC) del gobierno de Puerto Rico.

Hace unos años se celebraba en Puerto Rico “Octubre: mes de la leche fresca”, en un esfuerzo mediático por alentar el consumo de leche fresca en el país. Si como pueblo no tomamos las medidas necesarias para detener el rumbo que ha tomado este asunto, precipitado por el colonialismo y el tribunal de Estados Unidos en Puerto Rico, terminaremos por recordar este pasado mes de octubre como el “mes de la leche perdida”, o aún peor, “de la leche podrida”, dado la cantidad de leche fresca que se quedará en los escaparates debido al aumento federal a dicho producto.


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