Mañana sábado, 11 de junio se cumplen cincuenta años (1966) del inicio de los X Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en San Juan.

El hecho más trascendental de esos Juegos no fueron los eventos deportivos, sino el intento  de los gobiernos de Puerto Rico y Estados Unidos de impedir que Cuba participara en los mismos.

Ante la pretensión del gobierno estadounidense de prohibir la llegada de la delegación cubana directamente desde su país por vía aérea, como lo harían las demás delegaciones invitadas, las autoridades cubanas decidieron enviar su delegación deportiva en el buque Cerro Pelado.

Entonces, el gobierno de Estados Unidos y sus instituciones de inmigración, que tienen el control sobre quién y entra y sale de Puerto Rico, impidieron que el Cerro Pelado atracara en el muelle de San Juan, obligándolo a permanecer en aguas internacionales.

En aquellas circunstancias, centenares de atletas y todo el personal de la delegación cubana—315 personas-- se vieron obligados a  trasladarse en pequeñas embarcaciones al lugar del evento deportivo, arriesgando sus vidas  y sufriendo las consecuencias de semejante e inaudita irregularidad.

Aquella situación representó, sin lugar a dudas, una actitud bochornosa y sumisa del gobierno y el Comité Olímpico de Puerto Rico y un acto de soberbia imperial, violatorio de los más elementales derechos internacionales, por parte del gobierno de Estados Unidos.

No obstante, Cuba llegó segundo en el medallero de los Juegos, obteniendo sus atletas 35 medallas de oro, 19 de plata y 24 de bronce.

Cincuenta años después, la Revolución Cubana ha prevalecido y se ha ganado el respeto y el reconocimiento de la comunidad internacional, tanto en el campo deportivo como en todos los órdenes del desarrollo social. El propio gobierno estadounidense ha tenido que reconocer que Cuba, ni se rinde ni se vende.

Cincuenta años después, el gobierno colonial de Puerto Rico y el ELA enfrentan el descrédito, la humillación y el fracaso económico, social y político.