En la mayor parte de su discurso ante el Congreso, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se refirió a políticas que las corporaciones y las grandes empresas han promovido siempre, comenzando con la desreglamentación. Trump, como todo hombre de negocios capitalista, ve la reglamentación del estado como enemigo de la libertad de empresa.

No reflexiona sobre lo sucedido con la estrepitosa caída de la bolsa de valores en el 2006 y la explosión de la burbuja inmobiliaria, producto de las prácticas inescrupulosas del sector financiero. Fue precisamente la desreglamentación que facilitó la presidencia de Ronald Reagan y que Bill Clinton y Barack Obama no corrigieron, lo que finalmente causó el rescate financiero por el Gobierno de EUA al son de $7 trillones de dólares.

Para las corporaciones también son las reducciones en los impuestos. En su mensaje del 28 de febrero, Trump menciona, de pasada, que la reforma contributiva que propondrá aliviará la carga de la clase media. ¿Cuál es la definición de clase media para Trump? En un país con una gran brecha de desigualdad este término puede ser engañoso. En cuanto a la creación de empleos, propone una inversión masiva en proyectos de infraestructura. Se podría pensar que se inspira en las políticas de FDR de la Gran Depresión cuando este advino a la presidencia con 15 millones de trabajadores en el paro de una población de 125 millones. Trump utiliza una cifra de 94 millones como personas sin trabajo. Sin embargo, al verificar esta cifra, la misma incluye a estudiantes, retirados, incapacitados y personas que cuidan de familiares y de niños. De estos, 88.5 millones no desean trabajar (Factchecker de USA Today). El desempleo en EUA entre las personas de 25 a 54 años está en 4.1%, la cifra más baja en décadas. No obstante, Trump afirma que 1 de cada 5 personas en su “prime years” no está trabajando.  

Trump afirma la pérdida de 60,000 fábricas en EUA, desde que China entró a la WTO en 2001; el déficit de intercambio comercial que lo sitúa en $800 mil millones e identifica como desventajas competitivas los arbitrios que le imponen a los productos fabricados en  EUA a nivel internacional. Trump resume su política como que el Free Trade.

Donde Trump hace las representaciones erróneas más alarmantes y entra en las mayores contradicciones es en lo que tiene que ver con el gasto militar. Por un lado, describe la política exterior de Obama como una trágica y señala que se han invertido $6 trillones de dólares en el Medio Oriente, pudiendo haberse utilizado ese dinero en reconstruir a EUA.  La cifra correcta del gasto en el Medio oriente es de $1.7 trillones (Factchecker) y ciertamente esa cantidad hubiera hecho mucho por el bienestar del pueblo de EUA. Más adelante anuncia con gran celebración que va a aprobar el presupuesto de defensa más grande que haya conocido la historia de EUA. Nuevos aviones F3, nuevos recursos. ¿Para qué, cuál es el objetivo de ese gasto? ¿No es lo que antes critica de sus predecesores, que debieron haber invertido en EUA antes que “políticas exteriores con trágicas consecuencias”?

Asimismo de contradictoria es su política sobre el medio ambiente. Mientras dice que va  proteger el agua, elimina la Orden Ejecutiva de Obama de Clean Water que protegía la Bahía de Chesapeake y el Río Mississippi, y se propone reducir la nómina de la EPA en un 25% y el presupuesto de la EPA en un 20%, ha ordenado que se continúe con el Dakota Pipeline, donde luchan de los nativos Sioux precisamente para  proteger los recursos acuíferos de sus tierras ancestrales. Esto conjuntamente con la política de desreglamentación no tiene buenos augurios para los recursos naturales en EEUU.

Solo un milagro podrá conciliar todos estos intereses en conflicto.

Fuente: El Nuevo Día