“Una escalera al progreso”, así describe el gobernador su propuesta para la privatización de la enseñanza pública. Él y sus ayudantes, todos graduados del sistema privado de educación del País, ¡cómo osan hablar!

La escalera es más bien al cadalso donde ejecutarán otro plan mal concebido para atender el área de más importancia estratégica de cualquier país: la educación de sus niños y jóvenes.

Los que somos producto de la escuela pública (Agustín Stahl y Gabriela Mistral en mi caso), conocemos de primera mano la calidad y capacidad que tienen los maestros puertorriqueños. Cuando aún no se había corrompido el sistema, con lo que la secretaria de Educación tan deportivamente identificó como la gran estrategia organizativa: dividir los puestos de supervisión en partes iguales entre populares y penepés, es asumir como realidad inevitable la politización del sistema y reconocer que el Departamento de Educación ha tenido como política la identificación política de sus miembros como criterio principal a la hora de hacer nombramientos. No me lo tiene que contar nadie, porque mi madre de crianza fue víctima de esa práctica en los años 70 y como abogada he tenido que litigar casos de discrimen político.

El sistema de educación pública necesita cambios radicales, ¿pero por qué nuestros gobernantes siempre acuden a fórmulas que han sido descartadas en los países que la implementaron, incluyendo EE.UU., por inservibles? ¿Por qué no podemos mirar y aprender de modelos exitosos que están sentando la pauta en educación a nivel internacional?

Dirán algunos, es que los finlandeses son una cultura distinta y no se puede adaptar a Puerto Rico, que es de gente disciplinada, que tiene una idiosincrasia muy distinta. Y los modelos que pretenden implementar con las charter, ¿fueron desarrollados en el Caribe? Porque que yo sepa, el éxito educativo en el Caribe reconocido internacionalmente se encuentra ¡por Dios, en Cuba¡ Uy, es que es un país comunista¡ Sí, es una gestión de gobierno exitosa. Según el Banco Mundial (2009-2013), Cuba se situaba en el primer puesto en la inversión en educación con un 13% de su PIB . De ahí sus resultados exitosos.

Noruega, ese país que tanto admira el presidente de EEUU, invierte 5,722 euros por estudiante. Compárelo con EE.UU. que invierte 2,211 euros, Suecia y Suiza que invierten sobre 3,000 euros, Cuba, 550 euros y Finlandia 2,669 euros. Sin embargo los resultados de EE.UU. son pobres, a pesar de tener una inversión significativa, mientras que Cuba con una inversión menor consigue posicionarse entre los mejore sistemas de educación del mundo. Entonces, ¿hacia dónde debemos mirar en términos de idiosincrasia, cultura e historia compartida?

Todos los sistemas de mejores resultados educativos, no solo comparten una inversión significativa de su PIB sino un sistema público, gratuito, no confesional y cuyas métricas de efectividad no se miden por pruebas “estandarizadas”. El adjetivo “estándar” en español, del anglicismo “standard” significa “que sirve como tipo, modelo, norma, patrón o referencia por ser corriente, de serie”. ¿Es eso lo que queremos sea el modelo de educación para nuestros hijos? En vez de fomentar el desarrollo de su personalidad única, en libertad y diversidad, fomentando su máximo desarrollo intelectual, humanista, ético, ¿queremos seres “corrientes y en serie”?

Si algo hace hermoso a este Caribe nuestro es su diversidad en todos los aspectos: cultura, raza, religión, idioma. El Caribe es el “melting pot” del mundo. El Caribe no es bilingüe, es multilingüe, en el se mezcla la belleza del español, la eficiencia técnica del inglés con el bello lenguaje de Shakespeare, la sensualidad del francés, el fuerte holandés y los sabrosos idiomas del papiamento, creole y otros. ¿No debería Puerto Rico aspirar, más que a ser bilingüe a ser multilingüe? ¿No se ha dicho repetidamente que la base del aprendizaje de un segundo y tercer idioma, empieza por un aprendizaje profundo de la lengua materna?

Lo que necesitan nuestros niños es acceder a un sistema de educación donde aprendan divirtiéndose, donde se les abra la mente al ancho mundo y al rico entorno que los rodea, donde puedan desarrollar sus únicos e irrepetibles talentos al máximo con apoyo de todos, donde les crezcan alas y pasión por la vida. Eso no lo logran escuelas charter, educación bilingüe orientada a la asimilación, ni sistemas donde el objetivo principal sea hacer dinero, no educar. Lo que propone el gobernador es una escalera al retroceso, un salto al vacío intelectual, una castración de las mentes.

(El Vocero)