Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH
El pasado 11 de septiembre de 2012 se cumplieron 39 años del fatídico Golpe de Estado en Chile mediante el cual se derrocó el gobierno constitucional democráticamente electo en este país suramericano.
Los antecedentes de este Golpe de Estado perpetrado en 1973 se remonta a las elecciones presidenciales de 1970, cuando una coalición de fuerzas progresistas integradas por el Partido Radical, el Partido Socialista, el Partido Comunista, el Movimiento de Acción Popular Unitario, el Partido de la Izquierda Radical y la Acción Popular Independiente, a los cuales más adelante se les incorporaría también la Izquierda Cristiana y el MAPU Obrero Campesino, junto al apoyo de la Central Única de Trabajadores y sectores independientes agrupados bajo los Comités de Unidad Popular crearon precisamente la Unidad Popular como estructura de unidad política que vino a sustituir el Frente de Acción Popular. El candidato a la Presidencia de Chile en estas elecciones fue el Dr. Salvador Allende Gossens, quien en tres elecciones anteriores había figurado como candidato a la presidencia de la república por el Partido Socialista.
El programa político bajo el cual la Unidad Popular impulsó la candidatura de Allende se plasmó en el “Programa Básico de la Unidad Popular y las 40 primeras medidas del Gobierno Popular”. Entre las medidas más importantes propuestas en este programa se encontraban: la participación de los trabajadores en las empresas mediante procesos de cogestión; la eliminación del latifundismo mediante un programa de reforma agraria; la nacionalización de la banca, las empresas principales, el cobre; y finalmente la implantación den Chile de tres áreas principales de propiedad que incluían las empresas sociales, las empresas mixtas y las empresas privadas. La propuesta de la Unidad Popular postulaba la posibilidad de la transición pacífica, dentro de la legalidad burguesa que suponía el orden constitucional vigente, al socialismo. Se trataba de un nuevo paradigma revolucionario en una época en América Latina donde todavía la vía armada inspirada por el proceso revolucionario cubano era referente de la izquierda latinoamericana.
El triunfo de la Unidad Popular en Chile no respondió a una mayoría absoluta sino que fue un triunfo mediante la pluralidad del voto. La Unidad Popular logró captar el 36.3% de los votos (1, 075,616), el candidato independiente de derecha Jorge Alessandri Rodríguez obtuvo el 34.9% de los votos (1, 036,278) y la Democracia Cristiana el 27.9% de los votos (824,849). Dentro de esta pluralidad, a Unidad Popular nunca tuvo el control de la Cámara de Diputados, lo que dificultó el proceso de aprobación de medidas incluidas en el Programa de la Unidad Popular.
Se indica que a raíz del triunfo de Allende en las elecciones la decisión de la Administración de Richard Nixon en Estados Unidos fue primero la de procurar impedir que pudiera juramentar como Presidente para lo cual se diseñaron dos estrategias: la primera conocida como Track One, que consistía en que el Congreso eligiera Presidente a Alessandri para que luego este renunciara y se convocara a nuevas elecciones donde el candidato de toda la derecha sería Eduardo Frei, el cual fue madrugado gracias a un entendido entre la Unidad Popular y la Democracia Cristiana en el que cada uno se había comprometido a reconocer la victoria del otro si el margen del triunfo era mayor de 5 mil votos mientras que el pacto con Alessandri era tal reconocimiento si el margen era por más de 100 mil votos. La condición impuesta por la Democracia Cristiana fue que Allende no se saliera en su gobierno del marco que le establecía y definía la Constitución.
La segunda estrategia se conoció como el Track Two, mediante el cual si Allende accedía a la Presidencia, se desarrollaría un clima de inestabilidad política de manera que las Fuerzas Armada asumieran el control de país. Parte de la ejecución de esta segunda vía fue la implantación en Chile de la propuesta hecha por Henry Kissinger de desarrollar contra el gobierno de Allende un boicot económico, la negación de créditos y el embargo del cobre chileno.
En las elecciones parlamentarias acaecidas en marzo de 1973 la Unidad Popular obtuvo el 43.5% de los votos mientras que la derecha ya unificada obtenía el 54.6%. El objetivo de la derecha era obtener dos terceras partes de los asientos en el parlamento de manera que pudieran emitir una acusación constitucional contra Allende para alejarlo de la Presidencia. El clima de desestabilización social y económico a la par que un intenso trabajo con las Fuerzas Armadas para que rompieran con su tradición constitucionalista polarizó también las opciones de las fuerzas de la izquierda chilena, particularmente el debate sobre cuál debería ser la respuesta a dar a aquellos que conspiraban contra el gobierno de la Unidad Popular.
El primer intento de Golpe de Estado se produjo el 29 de junio donde un grupo de militares sublevados al mando del Coronel Roberto Souper intentaron tomar el Palacio de la Moneda. La intentona dejó un saldo de 20 muertos por lo que Allende, entendiendo la gravedad de la situación propuso una consulta electoral donde el pueblo se expresara en favor o en contra de la continuidad de su Gobierno. La propuesta encontró reservas incluso entre miembros de su propio partido algunos de cuales consideraba que tal proceder era “una renuncia a los logros alcanzados”. Precisamente en el mes de septiembre Allende hizo un nuevo esfuerzo en esta dirección y nuevamente ocurrió el rechazo de miembros de su propio partido. El propio Pinochet había sido puesto en conocimiento por Allende de la idea de la consulta desde el 9 de septiembre, día en que el General se sumaba a los golpistas. La víspera del Golpe de Estado, el 10 de septiembre, Orlando Letelier quien actuaba como Ministro de Defensa logró convencer a la dirección del Partido Socialista de que retiraran su oposición a la consulta. Para entonces ya era muy tarde.
Es importante destacar que el 10 de septiembre, mientras el Ejército se acuartelaba para el Golpe, la escuadra naval chilena se sumaba al Ejercicio UNITAS programado por el Segunda Flota (Flota del Atlántico). El 11 de septiembre en la madrugada, sin embargo, la escuadra naval chilena reaparecía en Valparaíso mientras el Ejército controlaba la ciudad... Lo demás es ya historia.
Mientras la Fuerza Aérea bombardeaba el Palacio de la Moneda y los carabineros y unidades blindadas se hacían fuertes en el control de las ciudades y campos en Chile, Salvador Allende se inmolaba en su despacho antes de dejarse capturar por los golpistas.
Los números más conocidos de las atrocidades ocurridas posteriores al golpe da la cifra de más de 3 mil asesinados, 35 mil torturados, un millar de detenidos desaparecidos y más de 200 mil exiliados.
Mientras esto ocurría en Chile, en Argentina la Dictadura Militar instaurada asesinaría más de 20 mil argentinos. Igual ocurriría en países como Uruguay, Paraguay, Brasil, por solo mencionar los más documentados en muertes y torturas, todos bajo el entrenamiento y la protección de Estados Unidos como parte de la llamada Operación Cóndor. La Dictadura implantada en Chile, además, sería el tubo de ensayo desde el cual se experimentaría en América Latina, incluso hasta nuestros días en muchos de nuestros países, las llamadas política neoliberales en las economías.
A pesar de que desde el 11 de marzo de 1990 Pinochet debió abandonar su cargo y comienza la llamada “transición” en Chile, y a pesar de que desde el 15 de enero de 2006 asumió la Presidencia de Chile Michelle Bachelet por el Partido Socialista y como tal completó su mandato dando paso a un nuevo gobierno de corte neoliberal, todavía en Chile sobreviven las instituciones económicas y políticas legadas por el periodo de la Dictadura, incluyendo su Constitución vigente.
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