Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH
Una vez más se discute el conflicto entre las llamadas dos Coreas; en el norte, la República Popular Democrática de Corea; en el sur, la República de Corea. En el lenguaje popular, se les conoce como Corea del Norte y Corea del Sur.
Hace apenas dos años y medio, otra asonada de crisis fue experimentada dentro del marco del incidente relacionado con el duelo de artillería efectuado por tropas militares ubicadas a ambos lados del fronterizo Paralelo 38. En este mismo lugar, las partes contendientes en una guerra a la cual la comunidad internacional occidental ha llamado «conflicto», y que se propagara por espacio de tres años entre 1950 y 1953, concluyeron pro tempore sus hostilidades con una tregua y un Armisticio. Los incidentes de finales de 2010 fueron descritos por los observadores internacionales como el mayor enfrentamiento militar entre ambos países desde la década de 1970.
La península de Corea es compartida por estos dos países cuyo origen es uno común. Por décadas, el espacio donde ubican ambas Coreas, fue objeto de disputa entre imperios regionales. Después de la Guerra Ruso–Japonesa y Sino–Japonesa de comienzos del Siglo 20, a partir de 1910 Corea pasó a ser ocupada por Japón hasta que finalizó la Segunda Guerra Mundial en agosto de 1945. En ese año, el Ejército Imperial de Japón se rindió ante fuerzas armadas soviéticas y estadounidenses a partir de lo cual, en 1948, el país quedó dividido en dos. Para efectuar la división se tomó en consideración una línea imaginaria que discurriría entre Oeste y Este a lo largo del Paralelo 38. Así surgieron dos unidades separadas, Corea del Norte y Corea del Sur.
Con el triunfo de la Revolución China el 1ro de octubre de 1949, el 25 de junio de 1950, Kim Il Sung, dirigente comunista coreano que se distinguió en la lucha de resistencia contra el Japón en los años de la Segunda Guerra Mundial, decidió invadir el sur de Corea. Kim Il Sung gozaba de un amplio reconocimiento por el pueblo coreano de la porción norte de la península. Con la invasión perseguía, mediante una lucha de liberación nacional, no solo la unificación de la nación coreana en un solo Estado político, sino la implantación en éste de un modelo de desarrollo económico y político socialista. La experiencia del desarrollo de la Revolución China era para Kim Il Sung un referente importante, aunque siempre concibió el desarrollo de la revolución coreana a partir de lo que entendía eran las particularidades de su país.
La reacción de Estados Unidos ante el conflicto desatado, todo ello en medio del calor, por así llamarlo, de la «guerra fría», provocó la intervención directa de este país. Mediante una Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, votada en momentos en que el representante de la Unión Soviética no estaba presente, Estados Unidos obtuvo el aval de dicha organización internacional para una intervención militar que le sirvió de fachada para el desarrollo de una guerra cuya base material no era otra que el enfrentamiento entre el capitalismo y el socialismo.
Esta intervención que se prolongó por espacio de tres años provocó muerte, heridas o mutilación al menos de 778 mil surcoreanos; la muerte de no menos de 1.5 millones de norcoreanos; la muerte de medio millón de los llamados «voluntarios chinos» que fueron movilizados en apoyo a Corea del Norte; y 54 mil soldados estadounidenses. En esta guerra, la peor en la cual hayan participado hasta el presente soldados puertorriqueños, nuestras bajas ascendieron a 3,540 de las cuales 743 fueron soldados muertos.
En el conflicto participaron 43,434 puertorriqueños. En términos estadísticos, en esta guerra hubo una baja puertorriqueña por cada 660 habitantes; en comparación con Estados Unidos, donde hubo una baja por cada 1,125 habitantes. En el caso de los muertos en el conflicto, hubo un puertorriqueño por cada 42 soldados estadounidenses fallecidos. Como en otros tiempos, la potencia colonial ponía las armas y los colonizados su sangre.
La intervención de la República Popular China en el conflicto se produjo a partir del 19 de octubre de 1950. En esos momentos las tropas estadounidenses y de la coalición internacional se acercaban a la frontera sur de China, mientras en los mandos castrenses se debatía el uso de armamento atómico en las operaciones militares. Para el general Douglas McArthur, Estados Unidos no sólo debía utilizar este tipo de armamentos, sino aprovechar la coyuntura para un ataque preventivo contra la recién fundada República Popular China. Fue la intervención inicial de alrededor de 338 mil voluntarios del Ejército Popular de Liberación, los que forzaron la retirada de tropas de Estados Unidos y la coalición de las Naciones Unidas hasta la frontera existente previo al conflicto en el Paralelo 38. Para 1951, ya la ofensiva de las fuerzas chinas y norcoreanas habían avanzado hasta Seúl, actual capital de la República de Corea.
Entre avances y retrocesos militares de cada una de las partes, la contienda se extendió hasta el 27 de abril de 1953, cuando finalmente, las partes alcanzaron la tregua que suspendió temporalmente las operaciones militares. Un vez más se definió el Paralelo 38 más como línea divisoria entre ambos países.
Desde el final de la Guerra de Corea, Estados Unidos ha mantenido su presencia militar en Corea con decenas de miles de tropas e instalaciones. China, sin embargo, no mantiene personal de combate en la República Popular Democrática de Corea.
Conforme a los documentos que rigen el Armisticio entre los dos bandos contendientes, cada parte debería haberse retirado dos kilómetros desde donde se encuentra el Paralelo 38 estableciéndose así una zona desmilitarizada de cuatro kilómetros entre los componentes militares de cada parte. Decimos «debería haberse retirado» ya que desde entonces, son múltiples los incidentes en los cuales unidades de cada lado infiltran el otro; mientras por debajo de la tierra o sobre su espacio aéreo, se realizan actividades asociadas a las operaciones militares encubiertas de cada parte.
En lo relacionado con el Río Han que ubica en esa zona, se acordó la navegación marítima por ambas partes utilizando cada una su orilla. Se acordó también que ninguna de las partes realizaría actos hostiles contra la otra, quedando prohibido el cruce de personal militar o civil de un lado al otro a no ser que haya autorización de la «Comisión de Armisticio Militar». Esta Comisión es la encargada de supervisar la tregua. Para ello viene obligada a reunirse diariamente. También fue creada la «Comisión de Naciones Neutrales» para la supervisión, observación, inspección e investigación de la Comisión. También debe reunirse diariamente. Fue también la encargada de todo lo concerniente a la repatriación de los prisioneros de guerra hechos por cada parte durante el conflicto.
Ambas partes cuentan con unas fuerzas armadas extraordinariamente grandes, no solo en términos absolutos, sino también si tomamos en consideración sus respectivas poblaciones. En el caso de Corea del Sur, que tiene poco menos de 50 millones de habitantes, su componente militar es el sexto en número de tropas a escala mundial y segundo en cuanto a reservistas. En el caso de la República Popular Democrática de Corea, con una población de casi la mitad de su contraparte del sur, sus efectivos militares regulares sobrepasan la cantidad de 1.2 millones y cuenta con al menos 3.8 millones adicionales como milicias organizadas, ello sin contar con decenas de miles de efectivos adscritos al Ministerio de Seguridad Pública. Estados Unidos, por su parte, como indicamos, mantiene en el sur un contingente de no menor de 30 mil efectivos.
Durante años, la República Popular Democrática de Corea ha venido destinando un alto por ciento de su presupuesto al desarrollo de capacidad militar nuclear. Se indica, aunque sin una corroboración real, que sus inversiones en el desarrollo de su capacidad militar ha empobrecido la calidad de vida de sus habitantes. De acuerdo con su lógica defensiva, para la RPDC, el desarrollo de su capacidad nuclear operará en su momento como un gran disuasivo a un nuevo conflicto con Occidente y su vecino del sur. No obstante, en caso de ser atacada por su enemigo del sur o sus aliados, la RPDC conservaría la capacidad de replicar contundentemente cualquier ataque.
Todavía en Corea, el fantasma de la guerra fría no ha desaparecido. Para los coreanos del norte, tampoco ha desaparecido su preocupación por lo que consideran es la política expansionista de Japón o la potencial amenaza de Estados Unidos. Por otro lado, a pesar de la caída de la Unión Soviética y el Campo Socialista en Europa, la República Popular China sigue siendo uno de los principales aliados de la RPDC. En consecuencia, China, país fronterizo con la península de Corea, sigue siendo la retaguardia de la porción norte de Corea. Un debilitamiento de la República Popular Democrática de Corea representa para la República Popular China un acercamiento de la República de Corea a su frontera sur, y en consecuencia, un acercamiento de Estados Unidos. Para la RPCh este tipo de acercamiento, junto al papel que podría jugar en beneficio de Estados Unidos su relación con Taiwán y Japón, representa una amenaza a su seguridad e intereses en la región.
Los recientes sucesos en la península de Corea fueron desatados a raíz de las sanciones económicas y políticas promovidas por Estados Unidos contra la RPDC ante la decisión soberana de dicho país de continuar adelante su programa de desarrollo armamentista nuclear y llevar a cabo nuevas pruebas. El desarrollo adicional de importantes ejercicios navales en las aguas cercanas a la RPDC por parte de Estados Unidos y la República de Corea, a la vez que otros ejercicios militares en tierra y aire utilizando aviación estratégica, han sido interpretados por esta como una amenaza a su seguridad, a su soberanía y a su derecho a existir. La respuesta de su principal dirigente decretando la terminación del Armisticio y restableciendo oficialmente el estado de beligerancia entre ambos Estados, más que una amenaza real, es un mensaje de que este país no vacilará en defenderse si entiende que está siendo objeto de una agresión mayor. Es la manera en que se marca el territorio y se envía el mensaje de que no se transgreda la soberanía del país.
La opción de una guerra de aniquilación no es una alternativa para la RPDC. Tampoco para la población en el sur. Un conflicto nuclear en la península, que tiene el potencial en el mejor de los casos de afectar severamente los intereses de China; pero que en el peor de los casos, podría involucrarla nuevamente en un conflicto con Estados Unidos, tampoco es deseable para ninguno de estos países. Ni Estados Unidos es la potencia con el monopolio nuclear de 1950, ni China es aquel país desventajado, hambriento y subdesarrollado de ese momento. Por eso creemos que cada parte conoce hasta dónde puede llegar sin colocar a las otras en punto de no retorno. Asonadas de intensificación del conflicto se han dado como se han dado también sus momentos de distensión a lo largo de las pasadas décadas. Nada indica que, al menos hasta ahora, las cosas hayan cambiado irremediablemente.
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