Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH
Hace apenas cuatro años y medio nos expresamos en torno a la situación que venía desarrollándose en Libia y los peligros de una intervención militar por parte de Occidente contra este país africano. En efecto, el peligro anunciado ocurrió. Hoy Libia es un país devastado por la guerra donde cientos de miles de personas han fallecido, emigrado, han sido torturados, encarcelados o desaparecidos. Hoy día Libia es un país cuyo Estado ha sido fracturado. Hoy Libia es un Estado fallido, arruinado gracias a la voracidad imperialista y sumido en una crisis interna a niveles casi catastróficos.
Libia, cuyo nombre oficial era entonces ¨Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista¨, es un país localizado en el norte de África ubicado en el Magreb. Limita al Norte con el Mar Mediterráneo; al Oeste con Túnez y Argelia; al Suroeste con Níger; al Sur con Chad; al Sureste con Sudan; y al Este con Egipto. Tiene una superficie que abarca 1,759,541 kilómetros cuadrados, es decir, más de tres veces la superficie de España. Para el año 2011, su población contaba con la esperanza de vida más alta de África continental, llegando a 74 años. Contaba, además, con el Producto Interno Bruto (PIB) más alto en dicho Continente, siendo el país con el primer índice de desarrollo humano de África, comparando su PIB con países como Argentina o México.
Libia rescata su nombre del calificativo que le dieron en el pasado a los africanos que habitaban la región del norte de África. Según la historia, guerreros libios fueron utilizados como mercenarios durante la era faraónica en el Antiguo Egipto. Más adelante, los fenicios se establecieron en sus costas fundando colonias en su porción occidental, mientras los griegos lo hacían en su porción oriental. Libia formó parte del Imperio Romano, del Reino Vándalo de Genserico y del Imperio Bizantino antes del siglo VII de nuestra Era, cuando fue ocupado por los árabes hacia el año 643. En el Siglo XVI el territorio pasó a formar parte del Imperio Otomano hasta el año 1912, cuando pasó a formar parte de Italia como una de sus colonias en África.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el territorio libio fue objeto de importantes batallas en las que participaron fuerzas armadas italianas y alemanas frente a fuerzas expedicionarias aliadas, principalmente inglesas, de los países que conforman la mancomunidad británica, así como también efectivos de Estados Unidos. Al final de la contienda, con el triunfo aliado sobre el nazismo y el fascismo, se estableció allí una monarquía sostenida por las fuerzas armadas que contribuyeron a formar los británicos durante la guerra. Así surgió la Fuerza Árabe Libia, estructurada a partir de unidades guerrilleras que operaban en la región de Cirenaica bajo el nombre de Ejército Sanusi. En 1951, al declararse la independencia, el Ejercito Sanusi pasó a llamarse Real Ejército Libio.
Al momento de su independencia, se desconocía con certidumbre la cantidad de petróleo en el subsuelo libio: También era desconocido que en el bajo las arenas de su desierto se encontraba uno de los principales acuíferos subterráneos del norte de África cuyo tamaño se estima es equivalente a la superficie de Alemania. El petróleo, la mayor parte concentrado en la región de Cirenaica, fronteriza con Egipto, fue ¨descubierto¨ en 1957, pasando Libia a ser uno de los principales productores a partir de 1969. Para el año 2011, Libia contaba con reservas de petróleo estimadas que ascendían a 46 billones de barriles, así como también con grandes depósitos de gas natural.
En 1969 el Coronel Muammar al Gaddafi, siguiendo el modelo sembrado en los pueblos musulmanes del norte a África por parte de Gamal Abder Nasser en Egipto, encabezó una revolución militar que transformó el país de uno semicolonial a país soberano. A partir del 1 de septiembre de 1969, Gaddafi pasó a ostentar el título de ¨Guía de la Gran Revolución del Primero de septiembre¨.
La palabra “jamahiriya” incluida en el nombre del nuevo Estado surgido de la revolución, significa “Estado de Masas”. Se afirmaba con el mismo el principio de que el Estado libio era una república gobernada por las masas o el pueblo.
El modelo libio, rechazaba tanto la democracia representativa como la democracia liberal tal como la conocemos. El gobierno se ejercía mediante los llamados “consejos populares de base” o “comités locales”, que es de donde surgía la rama legislativa, la cual se representaba en el Congreso General Popular”. De su seno surgía el Comité General Popular, dirigido por un Ministro que asumía las funciones ejecutivas. Rechazando la noción generalizada de ver a Libia como un Estado-nación, en Libia lo que prevalecía hasta el año 2011 era la nación tribal, que le adjudicaba a éstas la base de la organización política del Estado.
En el nuevo Estado fundado a partir de 1969 no existían los partidos políticos, ni existía propiamente una Constitución. Los objetivos del Estado tenían como fundamento o base conceptual el llamado “Libro Verde”, que en realidad son tres volúmenes publicados entre 1975 y 1979 por Gaddafi, dedicados a tres temas: a) la solución del problema de la democracia, titulado “La autoridad del pueblo”; b) la solución del problema económico, titulado “Socialismo”; y c) la base social de la Tercera Teoría Internacional.
A principios del año 2011, Estados Unidos, Francia, el Reino Unido de la Gran Bretaña, España y eventualmente Italia desataron una ofensiva militar contra Libia para promover el derrocamiento de Gaddafi. Para ello se valieron de una Resolución aprobada en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Resolución Número 1973 de 17 de marzo de 2011, estableciendo una zona de exclusión aérea sobre el espacio aéreo libio que solo permitía vuelos que llevasen ayuda humanitaria al país, pero que fue utilizada por la OTAN para desarrollar una ofensiva aérea bombardeando las instalaciones militares y destruyendo las defensas antiaéreas libias.
A pesar de que la Resolución 1973 afirmaba el compromiso del Consejo de Seguridad con la ¨soberanía, la independencia, la integridad territorial y la unidad nacional¨ de Libia, partir del mes de marzo, mediante la operación militar ¨Odisea del Amanecer¨, dio comienzo la intervención directa de las potencias occidentales. En ella participaron buques de guerra, aviones y fuerzas especiales en tierra, responsables estas últimas de coordinar los esfuerzos militares con grupos armados sembrados en territorio libio, logrando ya para el mes de agosto el derrocamiento del gobierno y el asesinato el 20 de octubre de 2011 de Gaddafi a manos de bandas terroristas.
El interés primario de esta intervención militar por parte de estos países que a su vez forman parte de la OTAN, fue establecer en Libia un control efectivo sobre los recursos naturales en dicho país y colocar los mismos al servicio de sus economías. Se trata del mismo propósito perseguido por Estados Unidos y sus aliados en la incursión militar sobre Iraq y el que al presente llevan a cabo en contra de la República Árabe de Siria.
Para algunos analistas, la intervención milita en Libia es el primer esfuerzo conjunto del Comando de África (AFRICOM), organizado por Estados Unidos, junto con fuerzas militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En ella se estima Estados Unidos invirtió alrededor de $2 mil millones. En otras localidades del continente africano, como son Uganda, la República Centro Africana, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, la presencia militar estadounidense también ha sido ampliada en los pasados años.
Desde el derrocamiento de Gaddafi, Libia se ha sumido en una profunda guerra civil. En ella participan diferentes facciones integradas por organizaciones fundamentalistas islámicas, mercenarios al servicio de los intereses de las potencias europeas y Estados Unidos, y aquellos que promueven hoy el establecimiento de un ¨califato¨ en suelo libio al estilo de aquel que en Iraq y Siria promueve el Estado Islámico de Iraq y Levante (EIIL, también conocido por sus siglas en inglés como ISIS).
En Libia coexisten además en estos momentos, de manera antagónica, dos gobiernos. La fractura del país en dos Estados fue uno de los objetivos trazados inicialmente por parte de la campaña contra Libia. Históricamente, el Estado libio es el producto de la integración de dos importantes regiones: Cirenaica, la más industrializada, cuya principal ciudad es Bengazi; y Tripolitania, cuya principal ciudad es Trípoli, lugar donde estaba localizada anteriormente la capital del país.
Mientras el pueblo libio y sus tribus procuran restaurar un Estado bajo principios que se aproximan de alguna manera a los que antes dirigieron la formación de la ¨jamahiriya¨ fundada por Gaddafi, miles de libios permanecen encarcelados en la incertidumbre de qué finalmente les depara el futuro.
Han sido demasiados los libios asesinados durante los pasados años a manos de terroristas organizados y promovidos por Occidente tras el derrocamiento del gobierno. Igualmente son miles y miles los torturados y desaparecidos. Entre estos prisioneros se encuentra uno de los hijos de Gaddafi de nombre Saif al Islam. Junto a varios ex funcionarios del gobierno, recientemente ha sido condenado a muerte por un tribunal en Trípoli donde se encuentra asentado un gobierno que no es reconocido en estos momentos por la comunidad internacional. Mientras esto ocurre, desde Bengazi el ¨otro¨ gobierno libio decretaba una amnistía general para todos los ciudadanos encarcelados y acusados de algún delito político dada su vinculación con el anterior gobierno.
Se indica por otro lado que un decreto de amnistía que ha estado bajo consideración por largo tiempo y que intencionalmente se ha venido retrasando, se ha logrado su aprobación. También se indica que el hijo de Gaddafi, quien podría verse beneficiado por el mismo, está a resguardo de sus captores en estos momentos.
Mientras esto ocurre, se ha señalado por la prensa occidental que contra, Salif al Islam y un grupo de ex funcionarios del anterior gobierno se ha llevado a cabo un juicio. En el mismo Salif al Islam no estuvo presente. No obstante se ha indicado, sin que se haya acreditado fehacientemente tal cosa, que su defensa fue llevada a cabo por él mismo compareciendo a través de medios electrónicos. A juicio de expertos en derecho, sin embargo, el juicio llevado a cabo contra Salif al Islam no se ajusta a normas mínimas para un debido proceso de ley.
Durante la campaña llevada a cabo por Occidente contra el gobierno de Gaddafi, se trató de someter a Salif al Islam a la Corte Penal Internacional de Justicia al ser acusado por crímenes de lesa humanidad. A éste se le responsabilizaba por las muertes de opositores al gobierno libio en medio de sucesos de represión desatados como resultado de la intervención y subvención occidental contra los opositores al gobierno. A pesar de que dicha Corte emitió un mandado para su extradición, el mismo nunca se ha materializado.
Se indica también por otra parte, que en las ciudades libias, al menos en los remanentes de ellas dejadas tras los bombardeos de la OTAN, se están llevando a cabo manifestaciones de parte del pueblo en apoyo al decreto de amnistía donde nuevamente ondea la bandera verde de la jamahiriya libia.
Una vez más estamos ante la realidad de cómo los medios de comunicación se posicionan sobre ciertos el sucesos. Las manifestaciones de lucha y resistencia del pueblo libio frente a los gobiernos impuestos se ha invisibilizado en los medios de prensa oficiales. Desde el derrocamiento del anterior gobierno, en Libia ha habido lucha y resistencia. Sin embargo, tampoco los medios oficiales de prensa han cubierto las acciones llevadas a cabo por la resistencia. Lo mismo ocurre ahora en momentos en que en Libia se viene desarrollando un proceso donde el pueblo nuevamente está impulsando ser el sujeto activo de su futuro y donde cada vez más se deja sentir el rechazo a la intervención extranjera, tanto a aquella que proviene directamente de Occidente, como a aquella que Occidente organiza, financia y sostiene.
Por eso, una posible distracción a esa realidad es, ante la presión para que finalmente se convierta en realidad un decreto de amnistía general en el país que lleve a la excarcelación de todos los detenidos, el intento de sancionar con la pena de muerte a Saif al Islam y varios ex funcionarios del anterior gobierno libio.
Mientras el pueblo libio lucha por recuperar su soberanía, aquellos responsables del derrocamiento del gobierno de la ¨Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista¨ y la destrucción el Estado entonces existente, son los mismos que hoy continúan brindando su apoyo militar a quienes promueven el derrocamiento del gobierno constitucional de Siria. Se trata de los mismos intereses que hoy promueven la creación de un Estado Islámico en el territorio sirio e iraquí y el terrorismo en otras regiones de Asia y África.
Nos parece que la situación en Libia en estos momentos amerita una nueva aproximación y análisis sobre los sucesos que allí se desarrollan día a día.
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