Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH
Ponencia presentada por Alejandro Torres Rivera durante el Simposio Pensamiento político de Fidel Castro Ruz: «Para mí era algo así como reconocerle aquí, desde Puerto Rico, a Fidel y a través de él a la Revolución Cubana, toda la generosidad que a lo largo de una vida ha sabido desbordar como pocos en su apoyo a la lucha por la independencia de Puerto Rico.»
Buenos días a todas las personas presentes. Cuando se nos planteó en su origen la invitación a participar de este encuentro por uno de sus convocantes, con sonrisa amplia nos dijo que sería como un obsequio al cumpleaños número 89 del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana. Para mí era algo así como reconocerle aquí, desde Puerto Rico, a Fidel y a través de él a la Revolución Cubana, toda la generosidad que a lo largo de una vida ha sabido desbordar como pocos en su apoyo a la lucha por la independencia de Puerto Rico. Lamentablemente en la fecha originalmente seleccionada no pudo llevarse a cabo la actividad. Sin embargo hoy, en otra fecha emblemática en la que se cumple el 147 Aniversario del Grito de Yara, efectuamos este importante panel de discusión sobre el pensamiento político de Fidel Castro Ruz.
La convocatoria nos permite, aún dentro de las limitaciones que el tiempo de exposición impone, desmenuzar algunas premisas puntuales en su pensamiento político; de aquellas ideas que a juicio de cada uno de nosotros debamos significar esta mañana, todas ellas vinculadas a una praxis política que a lo largo de mucho más de medio siglo, bajo su inspiración, ha llevado a cabo el pueblo cubano y su Revolución.
El Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, en su escrito titulado Escenas Mexicanas, publicado en la Revista El Universal el 12 de junio de 1875, indicaba que ¨toda idea justa lleva en sí misma su realización.¨ Si durante finales del Siglo 19 Martí supo sembrar tales ideas en su pueblo, inculcándoles el convencimiento de que era con la acción necesaria y no meramente con la palabra, la manera de alcanzar para su patria la plena independencia, la soberanía política y la justicia social; Fidel, tomando como base las ideas de José Martí, junto a aquellas otras provenientes del pensamiento político, social y económico de figuras como Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), junto con otros pensadores revolucionarios latinoamericanos, estructuró un programa de lucha política que echará abajo la Dictadura que oprimía a su pueblo y sentaría las bases para el programa socialista de una revolución latinoamericana y caribeña.
Desde muy temprano en su vida, Fidel respondió a aquel llamado martiano que le convocaba a echar su suerte ¨con los pobres de la tierra¨. En efecto, a la distancia de menos de un siglo, bajo condiciones difíciles impuestas por una Dictadura, Fidel supo articular, desde el Movimiento 26 de julio, un programa de lucha en el cual la independencia, la soberanía nacional, el anti imperialismo y el socialismo, convergieran dentro de un referente común para el desarrollo de una revolución distinta para América Latina y el mundo.
En efecto, ya desde su autodefensa en el juicio seguido tras el Ataque al Cuartel Moncada, está plasmado el DNA de ese pensamiento político. En su alocución ante sus juzgadores, la cual ha pasado a conocerse más en la historia por sus oraciones finales: ¨Condenadme, no importa. La historia me absolverá¨, Fidel identifica cuáles hubieran sido las primeras leyes revolucionarias de haber logrado alcanzar los objetivos trazados: primera, la devolución de la soberanía al pueblo de Cuba y el regreso a la Constitución de 1940; segunda, la entrega de la tierra a colonos con menos de cinco caballerías de tierra, es decir, la propiedad de la tierra a quien la trabaja; tercera, el derecho de los obreros a participar en un 30% de los beneficios generados por todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo las centrales azucareras; cuarta, el derecho de los colonos a participar en un 50% del rendimiento de la producción de la caña de azúcar; quinta, la confiscación por el Estado a los malversadores de todos los bienes malversados; y sexta, el desarrollo de una política cubana en América Latina basada en la solidaridad hacia sus pueblos democráticos y el asilo en la Patria de Martí a los perseguidos políticos.
De la mano con lo anterior, lo que ha venido a conocerse también como el ¨Programa del Moncada¨ establecía la búsqueda de soluciones a problemas tales como el acaparamiento de la tierra; la necesidad de echar a andar un programa de industrialización; atender los problemas de la escasez de viviendas, desempleo, limitaciones de acceso a la educación y la salud del pueblo. Como indicara Martí, Fidel se hacía eco de la expresión ¨pueblo más feliz es el que tenga mejor educado a sus hijos en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos.¨
En el ideario inicial que inspiró la Revolución, Fidel dibuja la influencia que sobre su generación, conocida como la generación del Centenario en clara referencia al centenario del natalicio de Martí, las ideas del Apóstol de la Independencia y el programa de la Revolución Cubana del Siglo 19, inscrita en los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano de 1892 con relación a Puerto Rico.
Si examinamos las ¨Bases del Partido Revolucionario Cubano¨ redactadas por Martí, encontraremos que dicho partido se funda para lograr la independencia absoluta de Cuba; auxiliar la causa de independencia de Puerto Rico; ¨fundar una nación capaz de asegurarle la dicha durable a sus hijos¨, cumpliendo ¨los deberes difíciles que su situación geográfica le señala¨; fundar ¨un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden social del trabajo real y el equilibrio de fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud¨; llevar a cabo la guerra necesaria que propicie ¨el decoro y el bien de todos los cubanos, y entregar a todo el país la patria libre¨; y finalmente, sustituir ¨el desorden económico en que agoniza¨, abriendo el país a la ¨actividad diversa de sus habitantes¨.
Entre los principios no negociables del pensamiento político de Fidel durante y después de la guerra revolucionaria, se encuentran: la defensa irrestricta de la independencia y soberanía nacional de Cuba; la atención de las necesidades más urgentes de la población en áreas bajo control revolucionario tales como la salud, la educación, la vivienda, el derecho al trabajo y la alimentación como derecho humano; el respeto y recordación a los mártires que ofrendaron su vida en la lucha revolucionaria; y la organización política del pueblo a través de organizaciones populares y del Ejército Rebelde como manifestación de una fuerza armada al servicio del pueblo y para la defensa de las conquistas de la Revolución.
Se ha indicado que muchas de las ideas centrales en el pensamiento político de Fidel las encontramos plasmadas en dos documentos centrales, los cuales han pasado a la historia bajo los nombres de Primera y Segunda Declaración de La Habana.
Si examinamos la Declaración emitida el 2 de septiembre de 1960 por la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, también conocida como la ¨Primera Declaración de La Habana¨, encontraremos en su resolución Primera la reivindicación de la ¨autodeterminación nacional, la soberanía y la dignidad de los pueblos hermanos del continente¨; es decir, ya desde entonces la Revolución Cubana envía un claro mensaje de independencia, soberanía nacional e internacionalismo, tres elementos que han permanecido constantes en el pensamiento político de Fidel.
Como Segunda Resolución de esa Primera Declaración, se identifica y rechaza al imperialismo estadounidense y su política injerencista tanto sobre Cuba como sobre los pueblos latinoamericanos. Mediante la Resolución Tercera la Primera Declaración se rechaza la aplicación histórica por parte de Estados Unidos en América Latina de la llamada ¨Doctrina Monroe¨. Al afirmar tal rechazo, Fidel indica que ¨la asamblea de Cuba proclama el latinoamericanismo liberador que late en José Martí y en Benito Juárez.¨
Mediante la Resoluciones Cuarta y Quinta de la Primera Declaración, se afirma el derecho de Cuba a relacionarse con aquellos países que el pueblo cubano determine como ejercicio soberano.
Mediante la Resolución Sexta se declara incompatible el concepto ¨democracia¨ del programa de la Revolución Cubana con aquel defendido por la ¨oligarquía financiera¨. Así las cosas, se promueve la necesidad de un salto cualitativo hacia otro tipo de democracia, significando con ello una donde no que se limite meramente al voto electoral, sino aquella en la cual los pueblos ¨sean realmente libres para escoger, cuando los humildes no estén reducidos—por el hambre, la desigualdad social, el analfabetismo y los sistemas jurídicos—a la más ominosa impotencia.¨
En su Resolución Séptima, la Primera Declaración de La Habana postula la necesidad de luchar por las reivindicaciones económicas, políticas y sociales. Señala también como un deber de las naciones oprimidas por el capital luchar por su liberación, afirmando de paso la solidaridad de la Revolución con todos los pueblos oprimidos.
Finalmente, en la Resolución Novena de dicha Primera Declaración de La Habana se afirma la búsqueda de una unidad latinoamericana, libre de ataduras, en su empeño de forjar un destino latinoamericano común.
Como resultado de tales pronunciamientos, esta Primera Declaración sentó las bases concretas para el programa revolucionario inicial sostenido en los siguientes postulados: la condena al latifundio, la condena a los salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano; la condena del analfabetismo; condena la discriminación contra el negro y el indio; condena la desigualdad y la explotación de la mujer; condena las oligarquías militares y políticas; condena la entrega de los recursos naturales a los monopolios extranjeros; condena a los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus pueblos; condena el monopolio en las noticias por parte de las agencias de Estados Unidos; condena las leyes represivas contra obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales; condena los monopolios y las empresas imperialistas; y finalmente, condena la explotación del hombre por el hombre y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.
Como puede notarse, se trata de un conjunto de ideas, que más que socialistas, son de un claro corte antiimperialista, aunque también puede afirmarse que las mismas no guardan incompatibilidad alguna con aquellas ideas que postularán más adelante en la construcción de un modelo socialista.
La Segunda Declaración de La Habana, aprobada por la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba el 4 de febrero de 1962, supuso, no una radicalización del pensamiento político de Fidel, sino su convencimiento en torno a la necesidad de forzar el paso del proceso revolucionario cubano hacia el desarrollo y consolidación de una sociedad socialista. Esa necesidad surgiría como respuesta a la acentuación de la agresividad de Estados Unidos contra Cuba y su Revolución. Tomando como base una vez más el pensamiento martiano, en ese extraordinario documento, en forma sencilla, pedagógica y contundente, Fidel discute cómo en América Latina se desarrolló el proceso de explotación al cual ya habían sido sometidos las clases trabajadoras en Europa por parte de sus clases dominantes.
Al describir el desarrollo de las potencias europeas en América desde el Siglo XV, con un cincel similar al que utilizaran Carlos Marx y Federico Engels con relación a Europa en el Manifiesto Comunista, de la misma manera que ellos establecen el programa de la revolución socialista para la clase trabajadora europea de entonces, Fidel formula un programa de transformaciones económicas, políticas y sociales para las clases explotadas de América Latina.
Es en la Segunda Declaración donde Fidel afirma que ¨el deber de todo revolucionario es hacer la revolución¨; donde afirma que las revoluciones no se exportan, sino que son obra de los pueblos mismos. También es donde afirma la responsabilidad asumida por Cuba al hablar a nombre de todos los explotados de América Latina, de ser la voz de los sin voz. Finalmente, es allí donde el líder de la Revolución Cubana afirma que en América Latina, la revolución es un hecho inevitable no determinado por la voluntad de nadie, sino consecuencia de ¨las espantosas condiciones de explotación en que vive el hombre americano, el desarrollo de la conciencia revolucionaria de las masas, la crisis mundial del imperialismo y el movimiento universal de la lucha de los pueblos subyugados.¨
En esta excelente pieza de oratoria, Fidel cincela los elementos claves de su pensamiento político y los entrelaza con sus concepciones en torno a la construcción el socialismo en Cuba. Tales concepciones son las mismas que le han de acompañar a lo largo de décadas posteriores, aún dentro de las dificultades que supusieron para Cuba la caída de la Unión Soviética y el colapso del llamado Campo Socialista; como también, las concepciones que a lo largo de las dificultades extremas que supuso el también llamado ¨Período Especial¨ se impusieron sobre el país.
Quizás uno de los elementos que destacan del pensamiento político de Fidel es aquel que se desprende de su comparecencia ante el pueblo cubano con estas dos Declaraciones; como también en la actitud asumida ante la muerte del Che; o cuando se dirigió en 1966 al pueblo cubano informando su deceso; o cuando se produjo el fracaso de la llamada ¨Zafra de los 10 Millones¨ y puso a disposición del pueblo sus funciones al frente del Estado cubano: hablarle al pueblo siempre con la verdad.
En todas estas ocasiones si algo ha caracterizado su proceder, ha sido la honestidad y transparencia con la cual se ha dirigido al pueblo en momentos críticos rindiéndole cuentas y asumiendo responsabilidades.
El 12 de febrero de 2012 fue convocado por Fidel en La Habana un encuentro con reconocidos intelectuales. Su propósito fue conversar en torno a los cambios y condiciones del mundo actual y cuáles deberían ser los principios que deberían inspirar cambios futuros, particularmente frente a los nuevos retos que presentan fenómenos como la internet y las redes sociales. En ese encuentro vimos a Fidel, una vez más, insistiendo en señalar la importancia de lo que él ha caracterizado como la ¨batalla de las ideas¨, reclamando la necesidad de ir siempre al pueblo ¨con la verdad en la mano¨.
Con tal propósito indicaba que el reto está en saber que ¨no se trata de tener solo la verdad, o de poder hacerla llegar por una vía o por otra, sino la fuerza de esa verdad.¨ En referencia al contrario o al enemigo en este enfrentamiento de las ideas, Fidel insiste en que el problema no es que ellos digan mentira, el problema es cómo nosotros decimos verdades¨. Así las cosas, ésta ha sido otra idea o aportación de Fidel a la lucha revolucionaria: la verdad como arma de lucha y combate.
Podríamos estar largas horas conversando en torno a una persona cuyas ideas, más que palabras escritas en papel, han sido ejecutorias validadas en los compromisos asumidos ¨con los pobres de la tierra¨; sobre su desprendimiento internacionalista; su firmeza de carácter; su disposición al sacrificio; su sentido de solidaridad; su ética revolucionaria y su calidad humana. ¡Qué mejor que en ocasión de este nuevo aniversario del Grito de Yara y el aniversario número 89 de su natalicio cumplido el pasado 13 de agosto, para separar un momento en nuestras vidas y pensar en el legado de su pensamiento político! Muchas gracias.
Felicidades en tu cumpleaños, camarada Fidel, y nuestro agradecimiento eterno por tu solidaridad con la lucha de independencia de Puerto Rico.
Simposio Pensamiento político de Fidel Castro
10 de octubre de 2015
San Juan, Puerto Rico
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