Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH
El 24 de abril de 1965, estando aún Juan Bosch refugiado en Puerto Rico bajo la protección de Luis Muñoz Marín, se produjo un levantamiento por algunas de las unidades militares de la capital dominicana que proclamaban el regreso a la Constitución de 1963. Mientras esto ocurría, José Francisco Peña Gómez, dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), hacía un llamado en la radio al pueblo a tomar las calles proclamando el fin del Triunvirato establecido en el poder tras el golpe de Estado al presidente Juan Bosch.
La negativa de los integrantes del Triunvirato a abandonar el poder y el reconocimiento de que en dos importantes destacamentos militares, los soldados, proclamando el regreso a la Constitución de 1963 se habían alzado en armas, lanzó a las calles a la población contra el gobierno ilegítimo. De inmediato, otro sector de las Fuerzas Armadas dirigido por el General Elías Wessin y Wessin repudiaba el levantamiento cívico-militar y rechazaba el regreso a la Constitución de 1963.
El 26 de abril tropas del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) aledaño a la Base de la Fuerza Aérea de San Isidro, salieron a bombardear la Capital, incluyendo el Palacio Nacional. Mientras las tropas de Wessin y otros mandos militares se aprestaban a un asalto sobre Santo Domingo mediante el desplazamiento de unidades blindadas hacia el Puente Duarte, allí la población se agrupó para impedir el acceso por tierra de los militares a la ciudad.
Varios oficiales constitucionalistas bajo la dirección de un Coronel de nombre Francisco Alberto Caamaño Deñó, que antes se habían interesado por la intervención del embajador de Estados Unidos evitando un derramamiento mayor de sangre en el conflicto, ante la negativa del representante de Estados Unidos de intervenir en momentos en que el presidente provisional del gobierno constitucionalista se refugiaba en la Embajada de Colombia, se dirigieron a organizar al pueblo para la defensa del Puente Duarte. Ese Coronel, que junto a otros combatientes constitucionalistas organizaron la defensa del pueblo y logró el repliegue de las unidades provenientes de la Base de la Fuerza Aérea de San Isidro, se convirtió en aquel momento en símbolo de la defensa de la soberanía nacional del país y en portaestandarte del respeto a la Constitución derogada por los golpistas. Varios días después, el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó juró como nuevo Presidente Constitucional provisional en momentos en que a partir del 28 de abril, la Capital dominicana era objeto de una invasión por parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. En la operación militar estadounidense participaron 42 mil efectivos provenientes de la Infantería de Marina y de la 82 División Aerotransportada.
La resistencia de los militares constitucionalistas y el pueblo en armas frente a la invasión norteamericana y los militares golpistas se extendió hasta el 31 de agosto, fecha en que las partes beligerantes suscriben el ¨Acta Institucional¨ que puso fin a la guerra. El 3 de septiembre Caamaño renunciaría a su cargo como Presidente provisional, asumiendo la dirección del país, Héctor García Godoy con la encomienda de reconstruir el Estado disuelto tras el Acta y organizar el regreso a un Gobierno Civil electo por el pueblo.
En su mensaje al país, con el mayor decoro y con el reconocimiento por parte de decenas de miles de dominicanos que se reunieron para escuchar su último mensaje como presidente, Caamaño fue enfático al señalar que si bien en el esfuerzo heroico del pueblo dominicano por restaurar el orden constitucional y la soberanía nacional de la patria dominicana no habían podido vencer, tampoco el pueblo dominicano había sido derrotado. La agenda de la Revolución gloriosa de abril de 1965 estaría aún incompleta. A partir de entonces, comenzó un amplio y represivo proceso de desarme de la población combatiente en el sector constitucionalista.
Tras un período de tiempo en el cual Caamaño se desempeñó como agregado militar en la embajada de la República Dominicana en el Reino Unido de la Gran Bretaña, eventualmente se desplazó a Cuba donde, junto a una preselección de combatientes dominicanos, comenzó el proceso de entrenamiento de integrantes de la organización política que ya dirigía. De entre esos hombres saldrían los ocho combatientes con quienes, junto a él, se iniciaría tras el desembarco efectuado el 3 de febrero de 1973 en Playa Caracoles, la lucha guerrillera en su país. En la operación de desembarco surgieron diversos inconvenientes. Los botes inflables para transportar los combatientes y sus pertrechos hasta la costa eran inadecuados. Parte del equipo, provisiones e incluso documentación esencial como fueron mapas de la zona de desembarco y operaciones quedaron en la embarcación. Uno de los expedicionarios se perdió durante el desembarco al saltar del yate ¨Black Jack¨ que los condujo a las costas dominicanas no llegando al punto y hora de reunión acordado. Procurando llegar a Santo Domingo por tierra, fue capturado más adelante. Con ello era detectada por el gobierno dominicano la presencia de guerrilleros en la zona.
Los integrantes de la guerrilla fueron Heberto Lalane José, Alfredo Pérez Vargas, Ramón Euclides Holguín Marte, Hamlet Hermann Pérez, Mario Nelson Galán, Claudio Caamaño Grullón, Juan Ramón Payero Ulloa y Toribio Peña Jáquez. Todos vestían uniformes del ejército dominicano.
Como parte de su estrategia guerrillera, Caamaño aspiraba a desarrollar un frente armado en las montañas de República Dominicana en espera que organizaciones políticas dominicanas en el resto del país, particularmente del PRD, se sumaran al esfuerzo que él se proponía desarrollar en las montañas.
El esfuerzo guerrillero tuvo corta duración. Detectada la guerrilla y sin el necesario apoyo en el resto de la república a través de instancias de lucha popular urbana, se facilitaron las operaciones militares contra la pequeña agrupación guerrillera donde se distinguió el Sexto Batallón de Cazadores del Ejército dominicano al mando del Coronel Héctor García Tejada. Nos indica el guerrillero Hamlet Hermann que al medio día del 16 de febrero de 1973 se transmitía por la frecuencia utilizada por las fuerzas armadas la noticia en clave indicando: ¨A todas las águilas, a todas las águilas, aquí el Capitán Mejía. Tengo al caco mayor…y entonces corrigió, al coco mayor y a dos heridos.¨
En su libro Caracoles: la Guerrilla de Caamaño, Hamlet Hermann, veterano combatiente de la organización política 14 de Junio durante la insurrección cívico-militar de abril de 1965, narra que Caamaño fue capturado vivo; que a la 1:15 p.m. se recibió en el despacho del Presidente Joaquín Balaguer la noticia de la captura de Caamaño y que dos horas más tarde, abordando un helicóptero de las Fuerzas Armadas, se personó al lugar donde le retenían el contralmirante Ramón Emilio Jiménez Reyes, Secretario de las Fuerzas Armadas; el general Enrique Pérez y Pérez, Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas; y el comodoro Francisco Amiama, subsecretario de las Fuerzas Armadas y asistente del Ministro de las Fuerzas Armadas de a República Dominicana.
Caamaño se encontraba amarrado y sentado en el piso. Se indica que sus heridas eran leves. Allí el general Jiménez, quien compartió con él como cadete en la academia militar, tuvo la oportunidad de conversar con el prisionero. Narra Hamlet Hermann que a eso de las 4:00 p.m. se escucharon diversas detonaciones; que las últimas palabras de Caamaño fueron “Aaah, entonces me van a matar. ¡Viva Santo Domingo Libre, coño!”
Se dice que en momentos en que se debatía qué hacer con Caamaño, Balaguer expresó que no existía una cárcel tan grande en República Dominicana como para alojar tal prisionero. La sentencia estaba dictada a partir de tal comentario. La orden de su ejecución llegó. A quienes se les responsabilizó para llevar a cabo su fusilamiento dispararon hiriéndolo pero no matándolo, por lo que correspondió a un coronel darle el tiro de gracia con una pistola calibre 45 en su cabeza. Mientras esto ocurría, otro soldado golpeaba su rostro con la culata de su fusil. Se ordenó incinerar el cadáver para no dejar rastro de su enterramiento. Sin embargo, a pesar de la gasolina rociada en el cuerpo por un teniente de nombre Juventino Matos, no pudo quemarse adecuadamente, procediendo sus captores a cortar en pedazos el cuerpo, depositándolo en varias fundas verdes. Trasladados los restos a la Base de la Fuerza Aérea en Santo Domingo, fueron colocados en un avión C-46 de la Fuerza Aérea el cual despegó hacia el sur, en dirección al mar, donde fueron lanzados en puntos distintos para asegurar que nunca fueran localizados.
Fueron dos los sobrevivientes del esfuerzo guerrillero: Hamlet Hermann y Claudio Caamaño. Estos combatientes fueron capturados muy extenuados y al borde del desfallecimiento en Villa Altagracia el 25 de marzo de 1973.
Con gran tristeza recibimos el pasado martes la noticia del fallecimiento de Hamlet Hermann a la edad de 80 años. Nacido el 5 de octubre de 1934 durante la Dictadura de Trujillo, obtuvo el título de Ingeniero Civil en 1957 y realizó estudios de posgrado en la República Dominicana y el exterior. Fue profesor en la Universidad Autónoma de Santo Domingo; trabajó para firmas estadounidenses entre 1960 y 1963 así como para la Dirección Provincial de Microbrigadas en la Provincia de La Habana entre 1974 y 1978. Su producción literaria es vasta habiendo publicado más de una docena de libros. Tuvo la capacidad de combinar el aspecto teórico en la lucha revolucionaria con la militancia política, incluyendo la lucha armada.
Desde el momento de su captura en 1973, Hamlet Hermann cumplió cárcel saliendo luego al exilio donde permaneció hasta 1979, una vez Balaguer perdió las elecciones y accedió a la presidencia del país el Dr. Guzmán del Partido Revolucionario Dominicano. En 1980 ingresó en el Partido de la Liberación Dominicana fundado por Juan Bosch, el cual entonces se definía como un partido de liberación nacional, donde formó parte de su Comité Central hasta 1992 cuando renunció a la militancia partidista. Aun así, para el año 2002 fungió como candidato a síndico (alcalde) del Distrito Nacional de la República Dominicana por el Movimiento Independencia, Unidad y Cambio (MIUCA).
Sus trabajos rescatando el legado histórico y político del Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó le colocan en la literatura dominicana como uno de sus principales biógrafos. Además de su libro en torno a la guerrilla de Caamaño, Hamlet Hermann hizo una aportación historiográfica de excepcional grado en su libro publicado en 1989 titulado El guerrillero y el general. En él, narrando aspectos del desarrollo de la guerrilla de propio y personal conocimiento, junto al general Ramiro Matos, oficial militar a cargo de las operaciones de contrainsurgencia de las tropas regulares del ejército dominicano en las operaciones contra Caamaño, nos presenta día por día, hora por hora, el desarrollo de las operaciones guerrilleras y militares desde el preciso momento del desembarco en Playa Caracoles hasta la captura de los remanentes del esfuerzo guerrillero en marzo de 1973. Se trata de un libro esencial a la hora de hacer un balance crítico del desarrollo de esta guerrilla en la República Dominicana.
Otro libro de importancia escrito por Hamlet Hermann, el cual fuera premiado en la Feria Internacional del Libro de 2008, fue el titulado El Fiero: Eberto Lalane José. Esta obra está dedicada a la figura de uno de los combatientes más emblemáticos del esfuerzo guerrillero de Caamaño, Eberto Lalane José. El autor nos narra la vida de este guerrillero, que habiendo perdido básicamente una mano y algunos de los dedos de otra en tareas clandestinas, cumplió sus responsabilidades en el entrenamiento y en el desarrollo de las operaciones guerrilleras como segundo al mando y persona de la confianza extrema del Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
Ciertamente la muerte de Hamlet Hermann Pérez es una gran pérdida para el pueblo dominicano. Lo es también para todos aquellos que de una manera u otra nos sentimos vinculados con la historia de su país y la lucha de su pueblo lucha por la defensa de su soberanía nacional y por el adelanto de la justicia social.
Decía Don Pedro Albizu Campos que “el valor es lo único que le permite al hombre pasearse firme y serenamente sobre las sobras de la muerte; y cuando el hombre pase sobre las sombras de la muerte es que entra en la inmortalidad.” En su legado revolucionario, Hamlet Hermann Pérez y sus compañeros de lucha son de aquellos que pasearon, más de una vez, sobre las sombras de la muerte entrando en la inmortalidad. Ese mérito es el que le permitió sembrarse como semilla en la conciencia de su pueblo. Aquí, desde Puerto Rico, quienes conocimos su historia, honramos hoy su vida.
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