Escrito por Alejandro Torres Rivera | MINH
El desarrollo de los sucesos electorales en España no deja de sorprendernos. El pasado 2 de diciembre los andaluces acudieron a las urnas para escoger 109 diputados de la XI legislatura de su parlamento autonómico. Por primera vez desde que se aprobó el estatuto autonómico para Andalucía tras la muerte del Dictador Francisco Franco, el Partido Socialista Obrero Español, al cual pertenece el actual jefe del Gobierno de España, Pedro Sánchez, aparenta haber perdido el control del parlamento andaluz.
En unas elecciones donde hubo una gran abstención de los electores en el ejercicio del derecho al voto, la cual se estima en 43.56%, es decir, más de 2.8 millones de los 6,5 millones de electores hábiles para votar, el PSOE apenas capturó el 27.95% de los votos, seguido por el Partido Popular que obtuvo el 20.75% de los votos. En tercer lugar, llegó la agrupación Ciudadanos, con el 18.27% de los votos. Esta fue seguida por Adelante Andalucía, una agrupación de diferentes sectores de izquierda, que obtuvo el 16.18% de los votos; y finalmente una nueva agrupación que participa con un éxito relativo de estos comicios regionales, Vox, agrupación catalogada de extrema derecha, la cual obtuvo el 10.97% de los votos.
De los resultados, luego de haber sido escrutado el 99.92% de los votos emitidos, el PSOE obtuvo 33 diputados; el Partido Popular 26 diputados; Ciudadanos obtuvo 21 diputados, Adelante Andalucía obtuvo 17 diputados y Vox la suma de 12 diputados. Se indica que, de las 29 principales ciudades andaluzas, Vox obtuvo el mayor crecimiento, respecto a las elecciones de 2015, en 23 de estas. De hecho, de los diputados parlamentarios obtenidos por Vox entre las ocho ciudades principales de Andalucía, esta organización colocó entre uno y dos diputados: uno en Córdova, Granada Huelva y Jaén; dos en Almería, Cádiz, Málaga y Sevilla.
Bajo el sistema electoral prevaleciente en Andalucía, se escoge una cantidad determinada de escaños en las distintas demarcaciones provinciales tomando como base la población (un total de 45 diputados) mientras que otros 64 se determinan, a partir de un mínimo de 8 diputados por cada una de tales demarcaciones tomando como base su población. Así, por ejemplo, Sevilla escoge 18 diputados, Málaga escoge 17 diputados, Cádiz escoge 15 diputados, Granada escoge 12 diputados, Almería y Córdova seleccionan 12 diputados y Huelva junto a Jaén, seleccionan 11 diputados.
Adelante Andalucía integra la agrupación Podemos, Izquierda Unida, Los Verdes, Convocatoria por Andalucía, Primavera Andaluza y el Partido de la Izquierda Andalucista. De hecho, en el caso particular de Podemos, su dirigente Pablo Iglesias hizo un llamado a la creación de un frente popular antifascista dirigido a enfrentar un reagrupamiento de derechas en Andalucía.
Si se suman los votos del Partido Popular, Ciudadanos y Vox, este bloque de derechas alcanzaría un total de 59 escaños; frente a un posible bloque de centro izquierda, el cual incluiría al PSOE y Adelante Andalucía, para un total de 50 escaños. De ser esta la manera en que se articularía el nuevo gobierno regional andaluz, estaríamos hablando no sólo del triunfo de la derecha en Andalucía, sino como parte de esta, la presencia organizada de una agrupación que ha sido definida por algunos sectores de la política en España como una organización de corte fascista. En las elecciones participan también otras pequeñas agrupaciones, aunque no alcanzan el número suficiente para elegir diputados.
En las elecciones de 2015 el PSOE y Ciudadanos lograron articular una alianza que permitió la formación de gobierno con Susana Díaz del PSOE como presidenta. Sin embargo, dificultades en el manejo del pacto alcanzado llevaron a Ciudadanos a dar por terminado dicho acuerdo con el PSOE, lo que a su vez llevó al adelanto de nuevas elecciones, las cuales fueron convocada el pasado 8 de octubre.
Las reacciones a los resultados, no se han dejado esperar. En las distintas ciudades, cientos o miles de andaluces se lanzaron a las calles en protestas motivados por el avance de la derecha en estos comicios y su condena a la agrupación Vox, la cual consideran de extrema derecha y un peligro de regreso a un pasado aún muy reciente en la memoria del pueblo español. Para algunos observadores, sin embargo, independientemente de que los votos obtenidos Vox representen un avance de la extrema derecha, después de todo son 395,978 votos obtenidos por esta agrupación de un total de 6,541,722 electores inscritos y de 3,691,859 que concurrieron a las urnas, lo cierto es que el ascenso de un bloque de la derecha al control del parlamento andaluz, en gran medida, es el resultado de la apatía del pueblo en la participación del proceso electoral. A esto, claro está, debe sumarse el desgaste que por años ha venido sufriendo, como resultado de sus posturas, transacciones neoliberales y señalamientos de corrupción del PSOE dentro de Andalucía.
En un artículo escrito por Laura Arroyo Gárate, de fecha 5 de diciembre de 2018 para la página electrónica OtraMirada, bajo el título La ultraderecha logra escaños en España, ¿qué excepcionalidad nos queda?, señala que, en estos momentos, Vox “es la fuerza política que tiene la llave para la conformación de un gobierno en Andalucía, la Comunidad Autónoma más grande de España.” Indica que dicha organización “no es un partido nuevo. Nació en 2013 y su líder, Santiago Abascal, cuenta con trayectoria política.” Sobre este personaje indica Arroyo Gárate, que es “un exmilitante, exconsejal y expresidente de las juventudes del Partido Popular”. Señala que “fue reconocido en su momento por el mismísimo José María Aznar que hoy apadrina al nuevo Secretario General del PP, Pablo Casado”. De hecho, indica que el 75% de la fuerza con la cual hoy cuenta Vox proviene de dicha organización.
Entre los señalamientos hechos al discurso político de Vox se encuentran su intención de eliminar la ley que protege a las mujeres contra la violencia machista; la abolición de la Ley sobre la Memoria Histórica, que ha permitido al pueblo español rescatar del olvido las atrocidades cometidas durante la Guerra Civil, particularmente por el bando nacional y posteriormente, los crímenes de la Dictadura Franquista. De hecho, para Vox, nunca hubo en España tal cosa como una Dictadura Franquista, argumento que, salvando fronteras y circunstancias, no deja de ser igual reclamo sobre aquellos neofascistas que hoy se expresan señalando que no hubo propiamente genocidio contra la población judía en Europa o en países de la extinta Unión Soviética durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Vox también se ha pronunciado en favor del cierre de RTVA, cadena de radiotelevisión andaluza.
Este avance de fuerzas de la extrema derecha no es novel en la política europea. En el caso de Francia y Alemania, por ejemplo, la derecha ha dado avances, en el primer caso con Marine Le Pen de Agrupación Nacional; y en el segundo, con la organización Alternativa. Procesos similares se observan en países de Europa Oriental.
La periodista señala también en su escrito que la agenda de Vox durante su campaña electoral incluyó los temas de la inmigración, el tema de Catalunya y el discurso de que representaban el “cambio¨ en la política andaluza, esto último en referencia a los 36 años continuos de gobiernos del PSOE en Andalucía. Recordándonos que el PSOE, que en su origen era una organización marxista pero que hace ya muchos años abandonó tales posiciones ideológicas, señala que hoy dicha agrupación política ni siquiera puede considerarse de Izquierda. Señala que el creer “que Andalucía ha sido un `bastión de las izquierdas’ no es entender la misma configuración del PSOE como partido político español”. Además dice que el PSOE andaluz es el mismo partido que dirige Susana Díaz, a quien le atribuye ser “artífice intelectual, y después opositora en las primarias, del corte de cabeza a Pedro Sánchez como Secretario General para garantizar así una investidura de Mariano Rajoy y las derechas en el Gobierno de España.” Remata sus señalamientos indicando abiertamente que el PSOE de Susana Díaz “tiene como proyecto político la mantención del régimen”, señalando de paso que es el mismo partido que “apostó” por un gobierno pactista con Ciudadanos, abrazando su programa de gobierno.
La situación surgida en las elecciones andaluzas ciertamente abre las compuertas al registro de nuevos partidos de extrema derecha en otras comunidades autónomas en España de cara a sus respectivas elecciones regionales. Un avance en estas nuevas agrupaciones también puede llevar a un reagrupamiento a escala del Estado español de las derechas, particularmente en momentos en que precisamente en las comunidades autónomas soplan aires de ampliación de las competencias de tales comunidades dentro o al margen del Estado. La polarización política en España también puede contribuir a socavar el estado de confort en el cual se debate desde hace varias décadas la política española, particularmente después de la aprobación de la Constitución de 1978.
Durante la Dictadura de Franco, tal como fue durante los años de la Guerra Civil, y más atrás en la historia, los distintos gobiernos que precedieron a la España republicana, la Iglesia Católica fue un importante sostén y en muchos casos, responsable por encubrimiento, de muchos crímenes contra los sectores populares. Por eso no pasa desapercibido en estos momentos, las expresiones del Obispo de Córdova, felicitando la ocurrencia del “espectacular vuelco electoral” habido en las pasadas elecciones andaluzas. Tales expresiones han llevado al coordinador general de Izquierda Unida, Alberto Garzón, a solicitar que se retiren los privilegios que mantiene la Iglesia Católica con el Estado español, privilegios que sostenidos en un “concordato” ya existente cuando la Dictadura Franquista, aún cargan sobre sus hombros los españoles.
De otro lado, da la impresión que, como parte de la inconformidad que aflora entre los españoles, cada día aumentan los reclamos de amplios sectores del pueblo por el fin de la monarquía y el regreso a una nueva república, la Tercera República en este caso, como forma de gobierno, que quedó atrás luego del fin de la Guerra Civil de 1936-1939.
Hace ya dos años y medio, en el marco del análisis de las elecciones generales de junio de 2016 en el Estado Español, indicamos lo siguiente: “Posiblemente en estos momentos donde cada una de las agrupaciones todavía discute el qué ocurrió en estas elecciones, aún no sea propicio anticipar respuestas a estas interrogantes. No pasará, sin embargo, mucho tiempo en que comience a disiparse la bruma y surjan las respuestas”. Me parece que aquel diagnóstico aplica también a las pasadas elecciones regionales andaluzas. Ya veremos.
Columnas
- La elección del Donald Trump
- Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2024 condenando el Bloqueo a Cuba
- Las elecciones presidenciales en Uruguay: el Frente Amplio se enfrenta al Partido Nacional en una segunda vuelta
- La XVI Cumbre del BRICS realizada en la Federación de Rusia
- El “Conflicto” y el “Cambio”: retos y transformaciones de lucha ante la ofensiva neoliberal del capital