Escrito por Alejandro Torres Rivera | MINH
En la página electrónica editada en la Federación Rusa Sputnik, el pasado 16 de abril, figura un artículo de la autoría de Esther Yañez Illescas titulado Por qué Juan Guaidó ya no es noticia. Indica su autora al comienzo de su escrito, que Juan Guaidó, el presidente usurpador de encargo colocado por Estados Unidos en Venezuela, es “una incógnita para la mayoría de los venezolanos, politólogos y periodistas.” A la fecha de su designación por parte de la Asamblea Nacional de Venezuela, organismo parlamentario que en dicho país ha sido declarado en desacato por parte del Tribunal Supremo, Guaidó, a juicio del también periodista Miguel Ángel Pérez Pirela, “era un total desconocido para más del 80% de los venezolanos.” Indica el periodista, en referencia a Guaidó, que este es un político rocambolesco, “uno de los paquetes del marketing”, fabricado por Estados Unidos.
¿Quién era Juan Guaidó en Venezuela antes de enero de 2019? Sencillamente era un ingeniero de 35 años graduado de la Universidad Católica Andrés Bello, quien el 5 de enero fue elegido presidente de la Asamblea Nacional controlada por la oposición al gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro Moros. Guaidó, al igual que otros opositores venezolanos, algunos fuera del país y otros refugiados en embajadas extranjeras o presos por violaciones a las leyes venezolanas, se les conoce, indica Yáñez Illescas, como la “Generación 2007”, financiados por el Centro de Acción y Estrategias No Violentas Aplicadas (CANVAS), instrumento del cual se vale la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos para promover el derrocamiento de gobiernos y la instauración de otros afines a los intereses de dicho país. Citando al analista y periodista venezolano Diego Sequera, indica que Guaidó es un protegido de Leopoldo López, quien se encuentra hoy prisionero, como promotor de actos delictivos de violencia política, dirigida al derrocamiento del gobierno venezolano y que actúa como “segundo nivel” a los fines de, de consumarse el derrocamiento del gobierno del presidente Maduro, dejar el campo abierto a la presidencia a López.
La realidad es que Guaidó aparenta ser un globo que se desinfla, mientras en los pasados meses, a pesar de las adversidades, la guerra de baja intensidad seguida contra el país y las afectaciones a la población, han ido consolidando el apoyo popular al presidente Nicolás Maduro, fortaleciendo la unión cívico-militar y radicalizando el proceso venezolano. De hecho, la noticia recoge que muchos periodistas comprometidos con la oposición, que antes se referían a Guaidó como “presidente”, hoy le llaman “el ingeniero”, “el prometedor líder de la oposición” o sencillamente “Juan”, replicando que ya, dentro de poco, “no se hablará más de Guaidó.”
Indica la periodista, una vez más descansando en el juicio de Sequera, que una de las causas de este desinflamiento de Guaidó está en el hecho de que, en su origen, la oposición pensó que el proceso sería uno tipo golpe de timón, donde la designación del usurpador movería en un corto plazo la caída del gobierno de Nicolás Maduro, por lo que nunca consideraron un “plan B”. Lo cierto es que la estrategia de provocar un incidente en la zona fronteriza con Colombia, alegando envío a Venezuela de “ayuda humanitaria”, no le funcionó. Las deserciones masivas de la Fuerza Armada Venezolana tampoco se materializaron. El respaldo abrumador de la comunidad internacional al presidente usurpador de encargo, tampoco dieron resultado. Incluso, en el contexto de Grupo de Lima, creado con el fin de destruir los avances de integración latinoamericana promovidos por la Revolución Bolivariana a través de una intervención militar conjunta entre terceros países y Estados Unidos, tampoco ha funcionado.
Ciertamente la capacidad de Estados Unidos y sus aliados europeos para infligirle daño económico a Venezuela, ha tenido sus efectos en las capacidades del país para atender sus necesidades. Sin embargo, frente a las carencias, también ha quedado evidenciada la capacidad del pueblo para resistir. A pesar de la guerra mediática, la guerra electromagnética, energética; de la confiscación de decenas de miles de millones de dólares depositados en países extranjeros y de la confiscación de múltiples recursos materiales, el pueblo venezolano se mantiene en lucha.
Otra noticia de importancia hecha pública en los pasados días es la reunión de una “mesa redonda”, efectuada en Washington, D.C. el pasado 10 de abril titulada “Evaluando el uso de fuerza militar en Venezuela”. La misma discurrió bajo el auspicio del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS por sus siglas en inglés). Con la participación de cerca de 40 personas, la actividad se orientó hacia la discusión de una potencial intervención militar en Venezuela. Entre los participantes figuraron asesores de la actual administración de Casa Blanca, del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, del Departamento de Estado, del Comando Sur y del Consejo Nacional de Inteligencia de dicho país. También participaron funcionarios de alto nivel de las embajadas de Colombia y Brasil, junto a representantes de la oposición venezolana.
Informa la página electrónica toptegiz.org, en escrito publicado del 15 de abril bajo el título EE UU evaluó seriamente con Asesores de Trump un ataque militar contra Venezuela, que el 23 de enero dicho país había dado “inicio de forma abierta a un intento de golpe de Estado contra el gobierno electo al reconocer la Asamblea Nacional a Juan Guaidó como presidente interino del país.”
Entre los participantes de la reunión efectuada el 10 de abril se incluyen: (a) Almirante Kurt Tidd, antiguo comandante de las fuerzas navales del Comando Sur entre los años 2015-2018; (b) el embajador WIliam Brownfield, quien fuera designado embajador en Venezuela por George Bush y luego ocupara la posición de Secretario Adjunto de Estado para Asuntos Internacionales de Narcóticos por Barack Obama y ahora Consejero Senior de CSIS; (c) Fernando Cutz y Juan Cruz, antiguos integrantes del Consejo de Seguridad Nacional y ahora parte de Cohen Group, el primero, también ex funcionario de USAID en asuntos cubanos, y el segundo, Director para las Américas de Trump en el Consejo Nacional de Seguridad; (d) Pedro Burelli, antiguo ejecutivo de JP Morgan y director de PDVSA; (e) Roger Noriega, de American Enterprise Institute, quien fuera parte en el Escándalo Irán-Contras y cambios en Haití; (f) Carlos Vecchio y Francisco Márquez, vinculadas a Juan Guaidó y a oposición venezolana; (g) Sergio Guzmán, Bernardo Rico y Karin McFarland, de USAID. El artículo menciona, además, los nombres de varias personas invitadas que no asistieron al evento.
Sería un grave error asumir que para Venezuela ya el peligro golpista ha pasado. Por el contrario, diariamente se conspira para por un medio u otro, derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro Moros. El hecho de que al presente el denominado Grupo de Lima haya expresado que se opone a una intervención militar en Venezuela, hay que tomarlo con pinzas. Varios de estos países, como Colombia o Brasil, consienten la presencia militar de bases estadounidenses en su territorio o están en proceso de considerar tal presencia; otros como Ecuador, se ocupan por el momento de cómo ganar la confianza del gobierno estadounidense, actuando como testaferros de este, como ocurrió recientemente cuando el presidente Lenin Moreno dio el consentimiento para el arresto de Julián Assange en la embajada de su país en Londres; otros, mantienen su discurso deslegitimador del presidente Maduro, incluso utilizando como escudo instancias internacionales; y otros como Estados Unidos, señalando que mantiene todas las opciones abiertas, conspira como ladrón en la noche, para derrocar al gobierno legítimo de Venezuela.
Las opciones anteriores, sin embargo, se agotan. Un sondeo publicado por HISPANTV.com difundido en fecha reciente, pero llevado a cabo entre el 26 de agosto y el 7 de septiembre pasado, señala para esas fechas que la mayoría del pueblo venezolano manifestaba su rechazo a los principales voceros de la oposición venezolana. El sondeo, presentado por el hoy periodista José Vicente Rangel, indicaba que de las encuestas llevadas a cabo, el 83% percibía en forma desfavorable a julio Borges, dirigente de la organización Primero Justicia (PJ); mientas Henry Ramos Allup, Secretario general de Acción Democrática, uno de los partidos que en Venezuela fue señalado como parte del acuerdo de alternancia político con la Democracia Cristiana previo al triunfo de Hugo Chávez, con un rechazo de un 77%; mientras que el dirigente de Voluntad Popular (VP), parte de la oposición más reaccionaria Leopoldo López, tenía un rechazo de un 75% entre los encuestados. Este último fue seguido en rechazo por el también dirigente de derechas, Henri Falcón, con un 73%, y la dirigente opositora María Corina Machado del Partido Vente Venezuela, con un 64% de repudio.
El peligro para la Revolución Bolivariana de Venezuela, sin embargo, es uno latente. Si bien Juan Guaidó es una ficha prescindible para Estados Unidos, también es susceptible de ser sustituido por otro halcón de la oposición venezolana. Si el globo que representa hoy se desinfla cada día que pasa; o si aún le queda suficiente aire para flotar y seguir proyectándose como líder de la oposición, son elementos que se definirán su futuro en los próximos meses. Lo que ciertamente no debe dejar de flotar, son los valores de integración latinoamericana y caribeña inculcados por la Revolución Bolivariana a lo largo de más de dos décadas; el derecho del pueblo venezolano a hacer valer, cueste lo que cueste, su soberanía e independencia; y la expresión de responsabilidad solidaria de todos aquellos sectores antiimperialistas, en un claro rechazo a la guerra y la intervención política, económica y militar contra el bravo pueblo venezolano. Hoy, parafraseando al Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, quien se levanta junto a Venezuela, se levanta para todos los tiempos.
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